5. Invierno
Santos Moreno Róquez nos vuelve a deleitar con una de sus últimas creaciones. Esta vez es el invierno el que inspira su hermoso poema. Una invitación a la reflexión y al encuentro consigo mismo.
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Fotografía de hotblack (LCC) |
SONETO DE INVIERNO
En invierno la tierra está callada
No hagas ruido al pasar, que está dormida
Déjala descansar bajo “la helada”
Su letargo de escarcha, detenida.
Aunque parezca yerta y desolada
No está muerta, tan solo está dormida
Porque el otoño la dejó preñada
Y bajo la quietud, guarda la vida.
Es tiempo de rumiar los pensamientos
Y hacer vida interior, de misticismo
Tiempo de reflexión, recogimiento,
Porque la tierra helada y silenciosa
Invita a conversar con uno mismo
Y tengo que contarme tantas cosas…
No hagas ruido al pasar, que está dormida
Déjala descansar bajo “la helada”
Su letargo de escarcha, detenida.
Aunque parezca yerta y desolada
No está muerta, tan solo está dormida
Porque el otoño la dejó preñada
Y bajo la quietud, guarda la vida.
Es tiempo de rumiar los pensamientos
Y hacer vida interior, de misticismo
Tiempo de reflexión, recogimiento,
Porque la tierra helada y silenciosa
Invita a conversar con uno mismo
Y tengo que contarme tantas cosas…
Santos Moreno Róquez
4. Rosario
Nuestra amiga cornetera Carmen Rivera, nos envía un primer relato cargado de intensidad dramática bajo la aparente sencillez que guía la voz de la narradora. Leed despacio y escuchad el llanto silencioso, la aceptación callada. Sentid la rabia que nosotros sentimos.
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Fotografía de ZZZ-porte fen (LCC) |
Rosario
Hay algo que
no te he contado, no se lo había dicho a nadie, pero esas cosas nunca se
olvidan. Permanecen en nosotros, ahí adentro y yo pensé que no saldrían nunca,
que ya tenían polvo, el polvo de Santa Cruz, el polvo del pueblo, el polvo del
establo. Y fue una canción la que desenterró su recuerdo.
Me invitaron
unas amigas al concierto de una cantautora, fui porque a Virginia le gusta esa
música, yo prefiero la salsa o los boleros. La verdad es que la cantante era
buena y yo estaba tan contenta tomando mi ron y charlando. Empezó a cantar la
canción esa, que yo no conocía, de un rey y su hija y la reina que la encierra
porque ella es la del padre más amada. ¡Qué culpa tendrá la niña!, pensé.
Porque la culpa nos persigue a las hijas. Me acordé de mi padre, al que había
enterrado yo antes de que se muriera. Entonces comencé a llorar. Procuraba que
no se me notase. Virginia me preguntó que me pasaba y le dije que nada, la
emoción. Pero era una emoción antigua. Tan vieja que creía haberla olvidado y
fue bueno que al final saliera para poder contarla.
En el
pueblo, allá en Bolivia, dormíamos todos en la misma habitación y yo me daba
cuenta de que mi padre me miraba. Era verano, llevaba yo un lindo vestido que
me había cosido mi tía. Mi padre se empeñó en mandarme a ordeñar las vacas, le
dije que no era hora pero él insistió y me fui al establo. Me puse un delantal
para no mancharme el vestido. Al cabo de un rato vino y me dijo deja que te enseñe. No me atreví a
decirle que yo ya lo hacía bien, que las ordeñaba todos los días. Después me
cogió la mano y me dijo así se hace, suavito y puso su mano en mi pecho. Le
dije pare y no quiso oírme. Me tumbó en el suelo sucio y cerré los ojos y no
quise ver más.
Después se fue y me quedé en el establo. Mi vestido nuevo
estaba sucio y arrugado. Sentí como el polvo del vestido también estaba en mi
piel. Cogí un cubo con agua y me la eché encima pero el polvo se había pegado y
no lograba quitármelo. Tardé mucho en volver a la casa. Ya era casi de noche. Al
entrar en la cocina anuncié que me iba a servir a Santa Cruz y él no se atrevió
a negármelo.
En Santa
Cruz fue donde conocí a mi marido y luego nos casamos. Después nacieron mis
hijas. Unos años antes de venir a España se murió mi padre y fui al pueblo para
el entierro. Hacia viento, el aire levantaba la tierra que se posaba en el
ataúd mientras que lo llevábamos al cementerio. Y yo recé para adentro: Llévate
toda la suciedad contigo. Pero siempre que voy a Bolivia siento que el polvo
del aire se me pega en la piel y por mucho que froto no logro limpiarla.
Carmen Rivera
3. De viento me voy siendo
2. La playa
Unas letras para los niños.
1. Epístola urgente a los fariseos
Nació al entrever -al paso- unas imágenes de prensa en un kiosko de periódicos.
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Fotografía de 5demayo (LCC) |
Querido Dios, quien seas:
De acuerdo.
Hagamos este trato
(a mí me va la vida y a Ti te cuesta poco).
Yo me arrepiento.
Te rezo.
Te venero.
Les hablo a los demás de Tu Divino Reino.
Y Tú...
...y Tú dejas en paz a los chiquillos.
Antonio Rubio
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